La pastora destacó la importancia de las acciones sobrenaturales en la primera iglesia, donde la expulsión de demonios y las sanaciones eran eventos comunes y naturales. Según la enseñanza de Jesús, todos están autorizados a poner manos sobre los enfermos para que sanen. La pastora enfatizó la necesidad de orar constantemente por los enfermos y expulsar demonios.
La liberación de un gadareno de los demonios fue descrita como un momento glorioso, mostrando el poder de Dios sobre el enemigo. Se animó a la congregación a apreciar y disfrutar de los dones divinos, reconociendo la obra del Espíritu Santo.
La pastora recordó las palabras de Jesús sobre hacer cosas aún más grandes que Él y alentó a la audiencia, asegurando que Dios los usará tal como son si creen en él. Se subrayó que no es el individuo, sino el poder del Espíritu Santo quien actúa.
La importancia de escuchar al Padre y obedecer sus mandatos fue resaltada, enfocándose en que cada persona ha sido encargada con dones, habilidades y unción específicos. Se instó a la congregación a entender que si se les dio un encargo, es porque tienen lo necesario para cumplirlo y que nadie más puede hacerlo. En resumen, la pastora enfocó su mensaje en la autoridad conferida por Jesús, la acción del Espíritu Santo y la responsabilidad individual de responder al llamado divino.